La historia de los pueblos es una sucesión de esperanzas y desesperanzas, de cambios y conservadurismos. Eso sí, la historia no es estática, es dinámica.
En la pasada elección presidencial, el candidato Mauricio Funes usó como lema de campaña “Nace la esperanza, viene el cambio”. Un lema de campaña resume de manera muy sintética la oferta del candidato.
El candidato Funes resultó ganador y es el Presidente de la República. Eso significa que el pueblo se identificó con su lema, que el pueblo estaba necesitado de una nueva esperanza y de un cambio. El generar grandes expectativas tiene como desventaja que el pueblo se impaciente y quiera ver a corto plazo realizadas sus esperanzas y materializado el cambio.
El Presidente Funes como buen comunicador, tiene el desafío de generar la confianza del pueblo y ganar un compás de espera, mientras los cambios se operan.
Pero el objetivo de nuestro programa no es hacerla de analistas políticos, sino de pensar junto con nuestra audiencia, el significado de la expresión “Nace la esperanza, viene el cambio”, dentro de nuestro marco cristiano.
LA ESPERANZA
La esperanza según los teólogos católicos se clasifica como una de las tres virtudes teologales, siendo éstas: la fe, la esperanza y la caridad (el amor).
1ª Corintios 13:13: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
LA VIRTUD EN GENERAL
La virtud no es algo que uno se pone, ni un título de estudios, ni un don natural innato, porque si así fuera no sería virtud. Sin embargo, el humano tiene la capacidad para desarrollar la virtud, mediante la superación moral y espiritual.
La virtud se convierte en hábito mediante la práctica de hacer el bien. La virtud para que sea virtud tiene que ser habitual y no un acto esporádico o aislado. La virtud debe ser parte del carácter y la personalidad.
Lo contrario a la virtud es la inmoralidad, que es también un hábito adquirido por la repetición de actos contrarios al bien.
VIRTUDES TEOLOGALES
Dios nos dio estas virtudes para que seamos capaces de actuar correctamente, es decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, la comodidad, el placer, la codicia, la arrogancia, etc.
CARACTERÍSTICAS DE LAS VIRTUDES TEOLOGALES
• Son dones de Dios, es decir, Dios las da.
• Requieren nuestra colaboración libre y consciente para que se perfeccionen y crezcan.
• No son virtudes teóricas, sino un modo de ser y de vivir.
• Van siempre juntas las tres virtudes.
LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA FE
Hebreos 11:1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
CARACTERÍSTICAS
• La fe es un encuentro personal con Dios, por fe somos salvos.
Romanos 1:17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.
• La fe es vital, es decir, debe cambiar mi vida.
• La fe es interior pero se manifiesta en nuestro diario vivir. La fe representa caminar por los senderos de la vida con certeza y convicción. Carecer de fe es ser semejante a las olas del mar que se conducen hacia donde el viento sopla.
• La fe es objetiva, es decir, no se queda a nivel subjetivo, intimista, sino que creemos en un Dios que se ha revelado a través de la Palabra. Palabra que debe hacerse vida en nosotros.
• La fe para quien la ha recibido de Dios, representa el compromiso de vivirla y compartirla.
LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA
¿Cómo debe reaccionar un cristiano ante el mal, ante los problemas y ante las dificultades de la vida? Hay quienes caen en el desaliento y piensan que no hay nada que hacer, que todo es inútil. Hay otros que dicen que nuestra esperanza es ingenuidad e idealismo. Hay quien nos dice que la esperanza es algo egoísta.
El cristiano de conformidad a la definición bíblica de fe, debe caminar con paso seguro, con optimismo, sin darle espacio al desaliento y la desesperación. Dios en nosotros es la esperanza de gloria.
La esperanza es la virtud teologal por la cual confiamos firmemente en Dios, para alcanzar la felicidad.
FUNDAMENTO
Como cristiano, vivo confiado en esta esperanza porque creo en Dios omnipotente, bondadoso y fiel a sus promesas.
Números 23:19: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta”
EFECTOS
• Pone en nuestro corazón el deseo de servir a Dios y a nuestro prójimo con generosidad, sin apego
a los bienes terrenales.
• Hace eficaces nuestras peticiones:
Jeremías 33:3: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que
tú no conoces”.
• Nos da el ánimo y la constancia en la lucha, asegurándonos el triunfo.
Romanos 8:37: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
• Nos hace partícipes de la Gran Comisión, para que muchos sean salvos y lleguen al conocimiento
de Dios.
Mateo 28:29: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
OBSTÁCULOS
a) La fe sin obras. Dios nos dice como a Josué “esfuérzate y se valiente” y el Apóstol Santiago nos amonesta que “una fe sin obras es muerta”.
b) Otro obstáculo es el desaliento y la desesperación, también a Josué le dijo Dios: “… no temas ni desmayes porque Yo estaré contigo”. San Pablo nos alienta al decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
LA EUCARISTÍA O CENA DEL SEÑOR
1ª Corintios 11:23 – 25: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí”.
Jesús dio Su vida para que nosotros pudiésemos ser salvos y como certeza de la esperanza de la venida del Reino de Dios y Su justicia. La Cena del Señor es el comenzar a gustar esa promesa del cielo y alimentar el deseo de la posesión eterna. Es una anticipación de la vida eterna aquí en la tierra y es la seguridad y la certeza de nuestra esperanza.
LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA CARIDAD
La fe y la esperanza carecen de sentido sin el amor o caridad cristiana. Por la fe tenemos el conocimiento de Dios, por la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por la caridad o amor obramos de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio.
Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
La mayor expresión de amor la dio el Padre, quien envió a Jesús, Su hijo a morir en la cruz para salvación nuestra. Esto nos desafía a participar de ese amor sacrificial.
EL NACIMIENTO DE LA ESPERANZA
Desde el antiguo pacto, los profetas anunciaron el nacimiento del Mesías.
Isaías 9:6: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
El pueblo de Israel sometido al yugo del imperio romano esperaba el nacimiento del Mesías Salvador, del vientre de una virgen. Tenían esa esperanza, y el nacimiento de Jesús cumplió con su esperanza.
EL CAMBIO
El nacimiento de Jesús representó un cambio en la humanidad. Cambió el calendario y el tiempo se mide en antes de Cristo y después de Cristo. Cambió el sistema religioso. Cambió el concepto griego de democracia, con su enseñanza de no hacer distingos por razón de raza, sexo o condición social.
Gálatas 3:26: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.
Cambió el concepto de liderazgo, al enseñar que el líder es el que sirve a los demás y denunció a los líderes de las naciones por enseñorearse de los pueblos. Jesús fue quien lavó los pies de sus discípulos. Jesús no envió a sus seguidores a que murieran por Él. Él murió por nosotros.
Jesús cambia la vida de las personas por medio de la experiencia del nuevo nacimiento:
2ª Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
CONCLUSIÓN
Dicho lo anterior podemos pensar, que el lema “Nace la esperanza, viene el cambio” fue producto de la mente de un talentoso propagandista que supo vincular un slogan de campaña con la fe popular, fue un op-sic como diría otro publicista, pero el pueblo votante consciente o inconscientemente pudo vincularlo con la fe cristiana. Con Jesús nació la esperanza y vino el cambio.
Con el triunfo electoral de Mauricio Funes, nació la esperanza y la expectativa del cambio, para el pueblo que con su voto le dio el triunfo. Por la esperanza, ese pueblo confía en el cumplimiento de sus promesas electorales.
Como ciudadanos, unos pacientes y otros impacientes, esperan que el Presidente Funes haga realidad su lema de campaña. Habrá otros que por su ideología conservadora o por el temor natural al cambio tengan la esperanza que nada cambie. Pero nosotros, como cristianos, debemos poner nuestra confianza en Dios, y al respecto, el Profeta Jeremías nos exhorta diciendo:
“Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Dios… Bendito el varón que confía en Dios, y cuya confianza es Dios”. Jeremías 17:5,7.
Finalizamos con la oración modelo que nos enseñó Jesús, que reza así:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Mateo 6:9 – 13.
Muy buen día Dr Jorge Martinez quisiera saber como puedo concertar una entrevista con usted, yo soy investigador acerca de temas de política y religión mi correo es laguilar@uca.edu.sv
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